miércoles, 17 de diciembre de 2008

Falacia del otro lado de Europa

La vecina de Vladimir no para de gritar. Salí de aca, no te quiero ver más, sucio peracate. Te vas y volvés cuando querés, haces de las tuyas, siempre andando con ese aire de frente alta y cola parada. Vladimir se fastidia, pero no sabe qué hacer. Te voy a echar de acá, ahora mismo. ¿Y si es su hijo? ¡Te vas! ¿El menor, quizás? ¡No te quiero volver a ver nunca más! ¿Se supone que tengo que hacer algo, llamar a algún tipo de defensa? Te vas o te mato. Chalaira, siempre tuve clara mi poca capacidad para reaccionar ante estas situaciones. Voy a buscar la escoba a ver si antes de llegar a una paliza te das cuenta. Vladimir se acerca a la medianera en puntas de pie y espía qué es lo que está pasando. Su vecina Karnishca, escoba en mano, y su gato, acurrucado abajo de una silla, inmovible. Se miran furiosos, los tres. En otro lado del mundo, Karnishca hubiera pasado una noche entera esperando atrapar un ratón y, prosiguiendo con su fuga, se hubiera deshecho del minino. Pero esas cosas no pasan de aquel lado de Europa.

No hay comentarios: