sábado, 31 de mayo de 2008

Persefono

Johnny y Nick llegaron a la cabina telefónica sin temor.
Levantaron el negro teléfono que colgaba amenazador.

-¿Hola?- dijo Johnny, con su tono tan gruñón.
-¿Qué te dicen?- preguntó Nick, acercando el oído.
-Suena "Highway To Hell", aquella bella canción.
-Extraño- dijo Nick- no tiene mucho sentido.

Sin aviso la cabina empezó a girar.
Giraba giraba, giraba sin parar.
De tanto girar, no paro de rimar,
quiero ver sus manos en el aire levantar.

Sí sí, es la historia de Nick y Johnny.
Sí sí, y una pizza con pepperoni.
Sí sí.
Sí sí.
Sí sí.

Cuenta la historia que Johnny y Nick,
fueron tragados por la tierra en la cabina.
Viajaron juntos, viajaron sin fin.
Hasta que llegaron al final de la caída.

Allí abajo, donde cayeron los muchachos
no era el infierno ni un lugar lleno de enojo.
Entre trapos viejos y cantidad de escombros
Encontraron sentado al viejo Persefono.

-Hola cuates- les dijo muy moderno,
-soy Persefono y Soy Dueño de este infierno.
(Lo que antes había dicho es una equivocacción,
este sí era el infierno ahora préstenme atención.)

Sí sí, es la historia de Nick y Johnny.
Sí sí, y una pizza con pepperoni.
Sí sí.
Sí sí.
Sí sí.

Johnny y Nick se quedaron sin palabras
mientras el viejo Persefono preparaba las estacas.
-¿Para qué todo esto?- atinaron a preguntar.
Pero el anciano reía y no podía parar.

-Ustedes se quedan, aquí en este lugar.
-Gracias Persefono, por aclarar.
Luego los sentó en unas sillas de escritorio.
Lo bueno era qeu el eje, era giratorio.

Persefono adquirió, un aparato singular.
Tenía un micrófono, y un auricular.
A ambos les colocó, uno sin preguntar.
Dijo:
-Muchachos, ¡empiecen a trabajar!

Sí sí, es la historia de Nick y Johnny.
Sí sí, y una pizza con pepperoni.
Sí sí.
Sí sí.
Sí sí.

Desde aquel día soportan por siempre,
la honrada tarea de buscar clientes.
Ofrecen muchos productos y servicios.
Johnny y Nick son telemarketers del vicio.

Sí sí, es la historia de Nick y Johnny.
Sí sí, y una pizza con pepperoni.
Sí sí.
Sí sí.
Sí sí.
Sí sí.
Oh sí.

Paz

viernes, 30 de mayo de 2008

Retracción

Anteriormente he dicho que las pautas me revientan. Sin embargo, cometí un error. Es verdad, puede ser que me revienten pero comprendí que las pautas no existen, ni tampoco las costumbres. Yo no hago lo mismo que nadie. Si más bien nadie es alguien, porque hasta tiene nombre. Llegué a una conclusión mucho más profunda: Lo único universal en este mundo es la boludez. Después iré explicando que quiero decir con esto, pero será en otro momento.

Gandolfo, Jorge Carlos

Dolfi, se hizo llamar. Así para no confundirse con Jorge o con Carlos, en alguna borrachera. Y Fosfi, fosfito o fostato cuando fluía la joda y lo que trae. Vestía simple, y siempre andaba distinto y con la misma sonrisa, aunque los ojos le lloraran. Esto de andar tanto de tapas. Esto por no encontrar a nadie. Y esto por relajarse y esperar.
Yo lo vi siempre distrayéndose en los bares, buscando algo que realmente lo impulse al más allá. Mientras tanto parecía divertirse. Se garroneaba un fasito en el baño, peroraba sobre el desconcierto.Si él, el mismo iba a ser un artista, pero cuando llegue el momento, algo tenía que pasar. Si yo lo veía alegre y reflexivo, pero su optimismo siempre lo anduvo carcomiendo.

Transporte público: ¿Núcleo de Literatura Popular?

Colectivero: ¿De cuánto?
Yo: ¿Por qué la gallina cruzó la calle?
Colectivero: ¿Por qué no me chupás un poco los huevos nene? ¡¿CUÁNTO?!
Yo: ¿Por qué la angustia?
Colectivero: ¿Por qué no me preguntás una vez más así te explico?
Yo: ¿Por qué?
Colectivero: ¡Porque te voy a romper la cabeza! (se levanta)
Yo: ¡¿Pero por qué?!
Colectivero: Porque soy colectivero y no me entran los cambios.
Yo: ¿Es para ponerse así?
Colectivero: (suspira) Si habré nacido buenudo...pasá pibe, y la próxima pedí monedas.

Otra vez

Se volvió a despertar dos estaciones más atrás de las que debía bajarse. Sin embargo, esto no le preocupó en lo más mínimo, solía pasarle. Con un aire de tranquilidad, se dirigió lentamente hacía el andén de enfrente. Cuando caminaba por el túnel, los escuchó otra vez. Si, ahí estaban. Esos eran los mismos taconazos que lo perseguían desde hoy a la tarde. No se apuró, al contrario, se tomó su tiempo para escuchar con detenimiento, aquellos pasos que lo seguían. Se dio vuelta, y la vio. Ella lo miraba como a un bicho extraño, sin embargo, tenían mucho en común... Los dos se habían pasado de estación.

jueves, 29 de mayo de 2008

Ocio

Hay un pasadizo, un pasillo un recoveco negro pero iluminado por la luz del farol que casualmente está ahí, alumbrando el oscuro pasillo entre el tren y las casas aledañas. La pared que conforma el pasadizo está empapada en graffitis. Violetas, violentos, rojos, roncos, verdes, velados por la luna que aunque lejos, se deja ver. Es una noche negra pero casi parece azul, y el amarillo del farol (ese que tanto atrae a las moscas) parece rescatar a los eternos 30 metros del pasillo de la penumbra total.
Carlos sentado contra la pared, donde está blanca y no la bañan graffitis. Mira con el ojo la revista que tiene en la falda. Mira para acá, pero antes para allá. Después de vuelta. Se rasca la cabeza con el dedo y mira, con el ojo, complacido, casi perdido, con el ojo, y la revista, y pasa la página.
Caen hojas del árbol que sobrevuela al pasillo, una hoja cae sobre la mejilla de Carlos.
Sonríe.

miércoles, 28 de mayo de 2008

23:05

Con el frío, parecía estar cada vez más solo en ese tren. La formación no paraba de avanzar cuando recordé aquel corredor. Me lo imaginé en movimiento, al igual que ese vagón. Mi desconcierto no provenía exactamente de ese pasillo, sino de mi conclusión. Esos pasos los escuchaba, estoy seguro, los escuchaba como reales...
Me desperté con el sonido del celular...
-¿Jorge, dónde estás?
-En el tren, volviendo.
-¿Hacemos algo hoy?
-La verdad estoy sin ganas, pero otro día vemos.

Y corté...no me di cuenta en ese mismo instante, pero no lo había saludado.

Ofensa


Hoy tuvimos una discusión, el demonio y yo. Hace tiempo que me viene insistiendo con que quiere un sacrificio humano, que quiere un sacrificio humano que todos los demás demonios reciben sacrificios en su honor. Y yo me canso de repetirle que no, que se va a tener que aguantar ser un demonio sin sacrificio humano. Es suficiente con los gallos que degollamos los domingos en la pileta de la cocina recitando macumbas del Umbanda. ¡Encima después el lío de plumas y sangre lo tengo que limpiar yo! Claro, el señorito viene y se piensa que acá estamos todos para servirle, que es el amo y señor del oscuro inframundo. ¡No señor! Acá somos gente laburadora y gente digna, yo no tengo por qué andar buscando bebitos para hacer ningún ritual ni tampoco fregando jugos intestinales del piso de la cocina. Así que que no me vengan con estupideces, que para eso están los giles. ¡Yo no soy ningún gil! Y se ofendió. No me habla desde la mañana.

Jueves 13:25

-...bueno y entonces le dijo que no, que ella se merecía más que eso. Que no iba a aguantar sus pavadas de macho prepotente.
-¡Ay que genia!
-Sí, ¿viste? Encima tiene un pelo divino. Una diosa, una diosa.
-Bueno, te digo, Ariel el que trabaja en la pelu de Joni es así, tal cual, un macho prepotente. Yo le he dicho a Joni que lo mande a freír churros pero no, parece que "es un divino, es pura pinta eso de machote".
-Se...
-Claro, lo mismo digo.
-Bueno Gastón, te dejo porque me tengo que ir a comprar tinturas que mi mujer me las usa todas.
-Chau Martín, nos vemos. Después pasame el nombre del producto que usás, tenés un lacio espectacular negro.
-Dale chau chau.

martes, 27 de mayo de 2008

Viviendo Juntos

El demonio y yo convivimos plácidamente en este cuerpo. No hay disputas ni quejas, él sabe lo que me molesta a mí, y yo conozco sus inquietudes malvadas y sé cuando dejárselas pasar y cuando no. Vivimos juntos hace un tiempo ya, no recuerdo bien cuándo. Supongo que fue en algún momento del '76 que lo conocí, cuando investigaba en la biblioteca perdida de Alejandría (o lo que queda de ella). Entablamos conversación -tengo que admitir que en un principio me resultó chocante su manera de ser, y sus desagradables fluidos violetas- y rápidamente nos entendimos. Hoy somos dos caras de la misma moneda. Mi demonio desayuna ojos de cerdo frescos, que conseguimos en la carnicería todos los miércoles. Yo opto por unos cereales de avena con leche para empezar mi día.
Es muy lindo convivir con alguien a quién uno le conoce todas las mañas (esto no se lo digo a él por supuesto, enloquecería de vergüenza). Pero entre ustedes y yo, una vez que uno lo conoce, ya no se si le queda tan bien el nombre "demonio", es más bien un cascarrabias, un diablillo si les parece.
Ay, sus travesuras me hacen reír.

lunes, 26 de mayo de 2008

Corredor

Parecía interminable, no sólo por el espacio que quedaba por recorrer, ni mucho menos por el tiempo que tardaba en llegar hasta el final. Su inmenso trayecto se debía a los agudos taconazos que se oían a mis espaldas. El ambiente húmedo y frío simulaban un viejo y gastado pasillo que, sin duda, no lo era. Los golpes de los tacos, contra el suelo, de la mujer que caminaba a mis espaldas no tenían fin, retumbaban en las paredes como lo hacen las agujas, en el reloj. Golpeaban rápido, como si trataran de alcanzarme, yo, dejándome superar como un rezagado en una carrera de formula 1, caminaba de manera muy lenta, como siempre. Sin embargo, esa espera (posiblemente parecida a la espera de alguien que agoniza y espera, de una vez por todas, la muerte) fue en vano, no sólo no me alcanzó sino que, al terminar el corredor, mis espaldas se encontraban vacías. Ya no escuchaba más el sonido, desde ese día comprendí que, en ese pasillo, uno escucha sus propios latidos.

Carlos


Los relámpagos eran fríos, caían despacio cavando sus tumbas en la tierra. Lejos, lo bastante lejos como para permitirse ver, estaba Carlos.
Miraba con mano en bolsillo. Su aliento hacía humo en el aire, una pequeña nubecita orbitando su cabeza desgastada. Tenía el cordón desatado, y una bufanda polillada. Parecía estar sonriendo, aunque muy disimuladamente.
Atrás suyo, los rayos goteaban en silencio. Levantó la mano, como para saludar, pero la volvió a meter en el bolsillo con vergüenza.

Es un dulce este Carlos.

Poner...

...pautas me revienta, para eso esta el sentido común, lo demás se lo dejo a la imaginación.

domingo, 25 de mayo de 2008

¿Por? (Fanáticos no ofenderse)

La rubia tarada, bronceada, aburrida: "¿Por qué te pelaste?"

...

"Pero si me lavo la sociedad todos los días."

sábado, 24 de mayo de 2008

Un Martini Más

Rechinaba, crujía, daba vueltas y vueltas sobre su almohada transpirada. Se astillaba en sueños, enmarcados en bisagras oxidadas y malolientes. Una imagen, su picaporte bronceado derritiéndose lentamente ante sus ojos. ¡Y miles, millones de termitas!
Despertó de un portazo, su picaporte seguía ahí. Exhaló. Tenía el aliento emborrachado. "Otra noche andando de puerta en puerta", pensó. Se dió vuelta dispuesto a seguir durmiendo, y ahí la vió:
Se había encamado a una ventana.

Foro Nacional

Para no plantear y replantearnos las cosas, decidimos esclarecer la realidad.
Establecimos: Hoy, lunes, no cortamos el pelo.

viernes, 23 de mayo de 2008

¿Sentido?

¿Cómo hago para que mis palabras cobren sentido? ¿Cuáles son los requisitos?
Me imagino, que todas las frases tienen sentido. Hasta la más descabellada sufre la terrible realidad de tener sentido. Sentido, para mí, no es más que el estado de existencia de algo, de la cosa en cuestión. Sentido resulta ser un adjetivo que me indica solamente si lo que yo leo, escucho, veo... existe. Obviamente, todo esto, sin irnos a la filosofía de Platón, a la cual no me quiero introducir ahora por cuestiones de cansancio, (conclusión 2: Platón me estresa).
La verdad, por otro lado, no es un adjetivo, ni un sustantivo y, menos que menos, un verbo. Resulta ser algo más peligroso que eso, resulta ser, un arma. Un arma con un impresionante sentido.
Y cada vez que lo vuelvo a pensar, parece no tener sentido.


Este se pierde, gracias a la insensata repetición.

¿Por qué?

¿Por qué nos preguntamos al oído cosas que deberíamos estar gritando abiertamente?

  • Ej: "Ese bebé me hace acrodar a Igor, el ayudante del Dr. Frankenstein, ¿viste?
Encima se come los mocos o sea que intelectualmente no está lejos."

o

  • "Tenés abierta la farmacia, ¿no me das un tafirol que me explota la neurona?"

y para mayor satisfacción:

  • "¿No parece que tiene un culo en el mentón ese señor?"

En el subte pasan cosas...

Vendedor no poco bigotudo: Hoy les traigo algo nuevo, novedoso, innegablemente sorpresivo. Manual de manuales.
Ustedes piensan: "Un dispositivo guía para interpretar dispositivos de similar naturaleza".
Ahí se equivocan. Todo esto y mucho más verán al manual hacer por ustedes. Nunca más preocuparse por la salida, la entrada, input, output, si compramos pochoclo si desenchufamos el microondas que los martes recalienta y empieza a recitar versos de Goethe (microondas de origen Germano por supuesto). El manual de manuales se preocupa por usted. ¿Tiene frío? El manual de manuales tiene frío por usted. ¿Le falta dinero? El manual de manuales se declara en bancarrota mil veces con tal de satisfacer su angustia.

Bigote de vendedor no poco corajudo: ¡Y no solo esto señoras y señores! Hay mucho más que el manual hace por usted, le compra regalos a sus hijos en navidad y pascuas y sus cumpleaños y el día de la raza y de la independencia y el día del niño y el día del menor de 15 y el día del jovencito entusiasta y el día del alumno de primaria, el de los cortes "casquito" el de amante de los caramelos y mucho más, el manual de manuales tiene control completo y automatizado de su tarjeta de crédito. ¡Sí, sí, sí! ¡El caballero del fondo pregunte todo ya!

Hombre bastante ...udo: Sí...¿viene con manual?

Puertas, puertas, y más ventanas

El hombre empezó, después de mucho pensarlo, a caminar. Cuando ya había pasado las paredes, cuando ya el techo le quedaba corto, llegó a la puerta. En ese momento, la miró y se preguntó: ¿Cuantas de estás puertas me seguiré cruzando, y cuál será la que tenga que abrir, la que me lleve a donde quiero llegar?
Supuso que esa puerta lo llevaría a la misma habitación, a su misma mente, a su mismo lugar. Sabía que el no quería eso, por eso, siguió andando. Y otra vez... el piso, la pared, el techo y, finalmente, otra puerta. Muy tontamente pensó que era la misma, que ya la había cruzado. La dejó de lado, la dejó pasar y continuó su camino. Cuando promediaba su camino por el techo, quiso volver atrás, para poder abrir esa puerta, estaba arrepentido. Al llegar, encontró una ventana, una ventana que lo llevó al dúplex.