viernes, 20 de junio de 2008

Solo

Pan, queso, pan, queso, pan, queso... ¡Tac!...
Calculaba, paso a paso, los espacios entre cada banco. La plaza estaba fría, muy fría. Pero él no suponía que por esa razón no iba a tener nada que hacer ahí. Nunca faltaba una latita, una botella o, en el mejor de los casos, una pelota. Y si llegaran a faltar, siempre había alguien con lavarropas para ofrecer sus medias. Él no sólo no tenía pelota, sino que tampoco tenía medias.
- ¿Para qué? - , se preguntaba - Si, total, las voy a ensuciar. Las necesito para el cole.
Ese día no había nadie.
- Mejor - pensaba Jorge, ahora podría pensar el solito las jugadas, para que los demás no se rían de él.
Era malo, era muy malo, o como suele decirse aquí, un terrible patadura. Pero se las imaginaba, se imaginaba las jugadas que nunca le habían salido (y que nunca le saldrán), veía en su mente el momento en que aquella sonrisa, la de sus amigos, burlándose de él, se desfiguraba. Especialmente la de Carlos...
Pan, queso, pan, queso, pan, queso...

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