Ve su ojo oscura figura, en la negrura de la penumbra.
Parpadea, se frota el óculo. No logra distinguir quién es que lo ha llamado con voracidad. La figura permanece borrosa, un contorno, negro.
Carlitos mira, con ojo amplio y húmedo. Espera, espera un poco más. Su músculo empieza a temblar, bailando con el frío petrificante.
Finalmente decide ir hacia allá, pasando las hamacas y cruzando la calle, donde la silueta espera, contrastando con una blanca pared que yace detrás suyo. Carlos da un paso y otro paso, y se acerca, pero la figura sigue tan borrosa como antes, una sombra corpórea y empañada.
De pronto, comienza a moverse, camina con pasos cortos por la vereda resquebrajada.
Él la sigue, con el latido inquieto.

No hay comentarios:
Publicar un comentario