sábado, 19 de julio de 2008

De ideas terminales


Tu...tu....tu...tu...

Hombre: ¿Hola?

Mujer: Hola, si...¿usted es el señor que escribe poemas en el zonal, puede ser?

Hombre: El mismo. ¿Con quién tengo el gusto de estar hablando?

Mujer: Jacinta es mi nombre, ¿qué tal?. Quisiera hacerle un pedido.

Poeta: Sí, diga.

Jacinta: Hace bastante lo ando digiriendo. Sería algo asi como una carta de despedida, pero con ese tono gris que usted incluye en sus palabras. Algo así como una comedia dramática, en primer persona y con un chau y hasta la próxima algo escondido.

Poeta: Eh...bueno sí, cómo no. Quiero decir, es algo bastante extraño pero podría llegar a quedar algo muy bueno. ¿Puedo tomarme el atrevimiento de preguntarle el porqué de este poema?

Jacinta: Sí, total...Mire, anoche murió mi vecino. Amigo de la infancia, es el último que me quedaba. No sé qué pasa, si es el invierno o qué, pero resulta que en dos meses me he quedado completamente sola. Se siente como esa la fila de dominó, en el cual uno de pronto cae y caen todos los demás, ¿viste? Bueno, cuestión que a mi no me gustaría morir de una de esas pestes, esos virus pavos que le agarran a todo el mundo. Además, ¿te digo algo? Con estos 89 años hoy caminaba por la calle, tomando aire, todavía pensando en Benjamín, mi vecino, cuando de pronto veo un perro totalmente arrollado en medio de la calle. Son esas imágenes que aunque uno no quiera ver, las observa igual y cada vez con más detenimiento, ¿me seguís?

Poeta: Sisi, siga nomás.

Jacinta: Bueno, y entonces ahí me dije que tenía que hacer algo con mi vida. Si sé que mucho no me queda, mejor hacerlo rápido. ¿Por qué no? Una manera sutil de cerrar la puerta, ¿no te parece? Si hay que morir, que sea con estilo.

Poeta: (risas) Qué personaje eh. Pero cómo no, si tiene usted razón. ¿Para cuándo lo querría?

Jacinta: Para mañana domingo, al atardecer si puede ser. Usted sabe cuándo...y déjelo por abajo de la puerta, el dinero ya se lo haré llegar pronto.

Poeta: No se preocupe, que va a ser un placer para mí.

Jacinta: Muy bien entonces, no se habla más. Ah, y por favor, no alerte a nadie.

Poeta: No, claro. ¿Sino dónde queda el estilo?

Jacinta: Exacto. Sabía que iba a poder contar con usted. Muchas gracias.

Poeta: Gracias a usted. Hasta luego.

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