miércoles, 24 de septiembre de 2008

Piacere

Hacía calor, pero no le importaba. Esa era su noche. Pocas expectativas, eminente saber de que vanagloria, inocente vanidad.

Abrió la heladera, la cerveza más fría afuera. Cual fiera corrupia, la destapó de un sacudón. De dientes, de boca, gruesa mandíbula. Mitad de monoambiente con olor a cebada fermentada, consecuencia de la brutalidad humana. Tampoco le importaba. El galgo aprovechó la mala jugada y atrajo con su lengua la sustancia de la tentación.

Timbre. La amiguita de toda la vida. Desnuda de un sacudón, oscuro halo de satisfacción. Goce de grandeza, inmediación orgánica. Aunque humana. El galgo apaciguado por la ebriedad, alienado en su realidad.

1 comentario:

jagannath dijo...

y que? yo tambien emborrache a un perro....

(gracias por la visita, ovbiamente no sabia que decir)