lunes, 7 de julio de 2008

Marchitándose


Hora de irse, y tal vez conseguir esas medialunas.
Ya no hacía tanto frío, y la vuelta se hizo muy larga, igual.
Al cabo de unas horas estaba de vuelta en su barrio, pero pensando, en realidad, en otro lado.
Casi que no se da cuenta de que tenía un poco de hambre en realidad.
Desperezándose y olvidándose de viejas sombras, Carlos fue.
Y volvió pronto, con medialunas en mano.
El panadero era viejo amigo suyo.
De las épocas del fútbol.
De horas-caramelos.
Y reflejos,
sombras.


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