lunes, 29 de diciembre de 2008

Pertenencias anónimas

Francesco se compró un rouge rojo y está feliz. Naturalmente, el hecho constituye un secreto que sólo él conoce. Dibuja un vaivén colorado en cada uno de sus labios cada tarde, cuando vuelve del colegio y todavía no hay nadie en su casa. No es que su abuela y su madre sospechen algo, pero todavía le divierte que esa parte de su vida sea su pequeño silencio. La boa de plumas escondida en su placard, los taco aguja ya dominados, las pestañas postizas que le realzan esos ojos redondos con los que observa y se ríe del mundo; ahora el rouge.
Francesco compone y descompone su propia personalidad. Es un rompecabezas que puede ser visto del derecho, o del revés. O viceversa.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Falacia del otro lado de Europa

La vecina de Vladimir no para de gritar. Salí de aca, no te quiero ver más, sucio peracate. Te vas y volvés cuando querés, haces de las tuyas, siempre andando con ese aire de frente alta y cola parada. Vladimir se fastidia, pero no sabe qué hacer. Te voy a echar de acá, ahora mismo. ¿Y si es su hijo? ¡Te vas! ¿El menor, quizás? ¡No te quiero volver a ver nunca más! ¿Se supone que tengo que hacer algo, llamar a algún tipo de defensa? Te vas o te mato. Chalaira, siempre tuve clara mi poca capacidad para reaccionar ante estas situaciones. Voy a buscar la escoba a ver si antes de llegar a una paliza te das cuenta. Vladimir se acerca a la medianera en puntas de pie y espía qué es lo que está pasando. Su vecina Karnishca, escoba en mano, y su gato, acurrucado abajo de una silla, inmovible. Se miran furiosos, los tres. En otro lado del mundo, Karnishca hubiera pasado una noche entera esperando atrapar un ratón y, prosiguiendo con su fuga, se hubiera deshecho del minino. Pero esas cosas no pasan de aquel lado de Europa.

martes, 9 de diciembre de 2008

Lapsos


¿Qué pasa en todo ese tiempo, que pasamos sin hacer algo?

(no contesten, es una pregunta retórica) (además no los puedo escuchar)

Es interesante pensar que siempre que no hacemos algo hacemos otra cosa. Que si no invertimos nuestro tiempo acá lo hacemos allá, o aquí, que es un poco más español neutro que acá, por lo tanto, tiene otro significado.
Pero, ¿y si hay veces que el tiempo simplemente se transforma en un lapso vacío? Nada de contenido, nada de sucesos, nada de nada, tiempo echado por la borda, pulverizado.

Yo no creo en esta postura, lo que sí pienso es que el tiempo no es necesariamente acumulativo.
Procedo a explicar:

(algunos piensan que solo por vivir se acumula, se hace uno dueño de la experiencia, vivida, pasada, experimentada y por lo tanto propia.
(yo sin embargo creo que hay veces que destruimos nuestro estar, haciendo cosas totalmente contra natura de lo que se supone debe hacer el hombre (no me refiero a manejar o cosas por el estilo, ni cosas moralmente incorrectas, sino gestos vacíos, ejemplos dependen de la vida de cada uno), cosas que no solo nos dejan un vacío emocional, intelectual y empírico, sino que ocupan espacio en nuestra memoria (como una suerte de materia negra chupa-todo, y consumen el lugar reservado al tiempo vivido y no a los lapsos negros.

no es que odie la palabra "lapso", de hecho me encanta ahora que la he repetido para mí mismo. me parece como un "labio" que se cierra en una bocanada de tiempo.

que en este momento no tengo.

chau

viernes, 5 de diciembre de 2008

De palabras ni hablar

Ayer descubrí algo impactante. Que, después de varios años me hace creer que siempre hay cosas con que asombrarse. ¿Puede que sea la naturaleza? No. Es decir, si. No sé.
La naturaleza tiene lo suyo, pero esto lo supera.
¿Los inventos del ser humano? En un momento hubiese dicho que no, pero estoy hablando justamente de eso, de una invención humana. Si bien ya lo explicó Neruda, y lo confirmó Cortazar la palabra es la creación mas importante del hombre a lo largo de la historia.

Más allá de todo eso (no deseo irme al diablo), hay una palabra que me llamó la atención. No lo había notado, estaba recubierta de polvo de modo que no podía verse.

Cartucho.

Léase en voz alta una determinada cantidad de veces, las suficientes como para que logre perder el sentido. Luego, habrá que observar que la vocal abierta en conjunción con el sonido gutural de la "C" y la fuerza de la "r" dan lugar a la magia que nos trae la combinación de la "t" y la "ch". Combinadas, obviamente con dos vocales que no se quedan atras.

¿Vieron? Les dije que era lindo.

Quiero invitar a mis compañeros de blog, y a la gente que pasa de casualidad a darnos a conocer sus palabras favoritas con su respectiva fundamentación.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Termó-metro

Una recta es un segmento definido por un comienzo y un final, exactamente paralela a una regla en su misma orientación. Aunque el final puede ser su comienzo y viceversa, según se lo mire. Él se sentía así la cantidad de veces suficiente como para preocuparse, sentía formar parte de un comienzo y de un final en el momento simultáneo en que ambas se hacían realidad.

Sentado en una esquina, posición de indio, piernas cruzadas, bendita sombra. Hacía tiempo. Nadie nunca sabrá qué esperaba, menos la señora que cruzaba la calle llorando. Un hachazo le había cortado el dedo anular el día posterior a su casamiento. Chau dedo, chau alianza. Eso pensaba él, sin darse cuenta que el sol ya se asomaba sobre su metro cuadrado y le quemaba el índice a través de sus anteojos. Chau Napoleón querido, chau historias ambiociosas.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Me caNSé

Me indigno por tantas cosas que a veces me siento una vieja chapada a la antigua. Pero es mi deber civil, más bien obligación personal, compartir mis rayes con ustedes, mis más queridos lectores.

¿Qué pasa que las personas no se conocen personalmente? ¿Por qué se mide la afinidad que se tiene con una persona por la cantidad de "jajaja" que hay en las conversaciones de MSN? Se averiguan gustos y preferencias por medio de una pantalla y, una vez que se sabe de memoria cada detalle del sujeto en cuestión, se sale. Es lamentable que ya no existan hombres que soporten un ataque de alergia porque su chica eligió inocentemente ir a cenar pulpo, o que haya pocas risas espontáneas cuando ésta saca de su cartera rosa Dolce Gabbana un DVD de Rammstein.

Me apena que un hombre se conforme con pedir la dirección de mail en los primeros cinco minutos de una charla...me imagino la magia de los novios, hace cincuetna años, cuando se sonreían de verdad y no escribían :D, y se miraban a los ojos para decirse te quiero, y no un TKM tan falso como gastado.

Me imagino los nervios de caminar por primera vez de la mano con esa persona, incomparables con el "tu chica está escribiendo un mensaje...".

Me indigna que el perdón y gracias tecnológicos sean parte de una conducta plausible y que el valor de hablar cara a cara se esté devaluando como una gota de tinta en un balde lleno de agua. Me niego a aceptar esta nueva forma de relación, que no capta la esencia de las personas; las voces, sus abrazos, y hasta sus rechazos.

A mi dame un papel, un lápiz, un mate y chocha de la vida. De veinte, cuarenta o setenta años, sé, y estoy segura que ustedes también, que los mejores recuerdos se componen con los momentos que nacen de la misma nada, con amigos, familia o algún desconocido copado.

Es una lástima que hoy sólo puedan conocer esto que pienso del mismo medio que critico; pero por ahora eso lo dejamos para otro capítulo.

miércoles, 29 de octubre de 2008

WANTED (En español: Peligro en la pradera urbana, la resurrección)

A veces buscamos respuestas en el fondo de un vaso, ahí donde ya no está seco, es desierto. Es desierto infinito y es paupérrimo el encontrarse a uno mismo tan metido adentro del vaso que ya no hay lugar para más búsqueda.
Lo que termina pasando, el 84,7% de las veces- según estadísticas oficiales del INDEC- es el conocido "ahogado en un vaso de agua": el sujeto se hallará (inusitada sorpresa para el susodicho) completamente rodeado de su propio ser, ensimismado en el espacio virtual/real que comprende el interior del recipiente, donde hace instantes revolvía sus incógnitas, despojadas de la contraparte siempre faltante, la responsitiva.
Así es como se manejan las mafias de gaseosas hoy, para eliminar a los elementos que consumen un solo vaso de whiskey, pero se lo quedan mirando horas como si estuvieran borrachos, tratando así de atraer a alguna joven indecente o misericordiosa a sus garras fetichistas del amor triste.
Pero las mafias de gaseosas y bebidas no pueden soportar eso, ya que si se expande esta tendencia, los sistemas de asentadera se verán desbordados de símil alcohólicos tristes, que consumirán un exclusivo y chabacano whiskey.

Yo se lo dije, lo dije, yo se lo dije.

Pero ni me quiso escuchar, es más, fue como si pegara un portazo la puerta, abierta por el viento de una tormenta de verano.

¿Por qué? ¿Por qué no te cepillas los dientes amor?

Yo trato de ser sutil, pero le qudan pocos. Ya preocupa...

sábado, 25 de octubre de 2008

Selección natural

A milímetros del desquicio, el tiempo se para. Contengo la respiración, y presente y futuro se confunden en medio de la nebulosa intangible que me rodea. Mis ojos, aún sin moverse, miran alrededor a esa velocidad en que todo lo ven y nada entienden. Mi cuerpo se balancea hasta una cuasicaída, equilibrio inmediato, sangre animal. Vacilo entre lo que debo y lo que quiero hacer, el sí y el no. Porque en la milésima de segundo en que decimos sí, pensamos no. Y viceversa. Pero el tiempo me apura, en mi proceso infinito. Un hombre cincuentón de gruesa cadera me devuelve a la realidad y, además, ocupa el asiento. ¿Mirada fulminante, insulto o indiferencia? Cambio de lugar, me paro cerca de una ventanilla que me sirva de espejo. ¿Estaré muy bigotuda?

miércoles, 22 de octubre de 2008

Quiebre

¿Por qué? Dijimos instantes después. ¿Por qué no pudimos esperar un poco más?
Nuestra mirada fija, frías miradas.
¿Cómo fue que pasó todo esto? Necesidad, impaciencia. ¿Pero acaso teníamos oportunidad? Imprudencia.
¿Cómo pudo entrar en ese paquete?
¡¿CÓMO?!
No pensamos que fuese tan rápido. ¿Relámpagos, en pleno verano? De repente, encima nuestro. Desplegó sus extremidades, ¿metálicas?
Nos tomamos a nosotros mismos, "¿así, así va a ser?"

Crujidos como de maleza, oscura, segundos de incertidumbre. ¿Frío? ¿Humedad?

Otra vez, crujidos. Pero esta vez como de papel.

¿Qué? Como de envoltorio


"¿Todos estamos?"


¿Alguien puede prender una luz?


Alguien...nos están pateando.


¡Basta!


¿Qué es esto?


...

Más bien...sería correcto decir que es como celofán.


domingo, 19 de octubre de 2008

Mala sangre


No, te dije que no te preocupes. Estoy muy mal, sí, pero no te hagas drama. Estuve llorando toda la noche, pero ya fue. Sí, hace años que no me pasaba algo así. No tengo ganas de hacer nada. Pero qué se le va a hacer, ya me cansé de escuchar mis quejas, olvidate. No me puedo olvidar de lo que pasó, no creo que nunca lo vaya a hacer. No me quiero levantar, no quiero comer, no quiero hablar. Y bueno, son cosas que pasan. ¿Tenés idea si cualquier puede acceder a un arma? No, no te asustes che. Si vos sabés que no me hago mucho problema por las cosas. Andá vos, yo después veo si me copo. Por ahora no. Estoy bien. Me quiero ir a otro lado. Pasame el valium.

domingo, 12 de octubre de 2008

Duda

¿Estará muy trillado preguntar si algo esta muy trillado?
Hola, yo soy Adela y tengo 68 años. Hace tiempo vengo escuchando acerca de estos blogs, decidí escribir gracias a mi nieto que me instaló la computadora y la internet en casa. No es tan fácil como pensaba, tengo un grave problema para encontrar las letras.

Los chinos de a la vuelta
Les quiero contar, que Norma la vecina del 4ºE descubrió que los chinos apagan las heladeras de noche. Desde que me enteré he dejado de comprar ahí, ahora entiendo porque el arroz me caía tan mal. Pero esto no era lo único criticable... ¡Son de careros! Prefiero ir al almacén de Don Alfredo que me vende la leche 10 centavos más barata. Antes estas cosas no pasaban, no había chinos, son una novedad.

jueves, 9 de octubre de 2008

Instrucciones para sentarse

Antes que nada, o que todo, buscar una superficie en la que quepa parte de su superficie a apoyar de tal forma que no pierda el equilibrio al hacerlo y se encuentre relativamente cómodo. Una vez encontrada la escena del acto, la persona debe acercarse al lugar elegido para cumplir específicamente con el objetivo.

Finalmente se procede a la acción. Reclinar en simultáneo las piernas, provocando un ángulo de 45 grados entre la cadera y la cabeza. Hacer un ligero esfuerzo que colabore con la fuerza de gravedad y la felicidad de los muslos que, relajados, se dejarán caer sobre la superficie elegida anteriormente.

Disfrutar del asiento con una rica limonada en mano y el sol resplandeciente que traspace atmósferas enteras sólo para llegar hasta donde usted está.

sábado, 4 de octubre de 2008

A Ver Cómo Te Esplico

No todo es blanco y negro, tanga o coulotte, con fainá o sin fainá, vaca o toro, new age o fernet.
Hay otras cosas.
Sino no se esplica que después de tanta analogía, tanta metáfora, no sea yo loco, perdido, colgado, sino artista.
Porque entre locos y cuerdos, hay artistas. Porque entre blanco y negro, hay dulce de leche. Porque entre tanga o coulotte, hay bombachita. Entre fainá o no fainá tenés...claro, se...media con fainá y media sin...
Y vaca y toro está mediados por...novillo se podría decir, ¿no?
New age y fernet, já, esa es fácil. Entre new age y fernet tenés campari.













¡Ah!, entre vaca y toro, tenés alambrado.

¿Ahora se entiende?









?

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Piacere

Hacía calor, pero no le importaba. Esa era su noche. Pocas expectativas, eminente saber de que vanagloria, inocente vanidad.

Abrió la heladera, la cerveza más fría afuera. Cual fiera corrupia, la destapó de un sacudón. De dientes, de boca, gruesa mandíbula. Mitad de monoambiente con olor a cebada fermentada, consecuencia de la brutalidad humana. Tampoco le importaba. El galgo aprovechó la mala jugada y atrajo con su lengua la sustancia de la tentación.

Timbre. La amiguita de toda la vida. Desnuda de un sacudón, oscuro halo de satisfacción. Goce de grandeza, inmediación orgánica. Aunque humana. El galgo apaciguado por la ebriedad, alienado en su realidad.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Cerrados

No era tarde cuando el sueño lo derrotó, era tarde cuando se despertó en medio de la noche y se encontró observando cada detalle de la habitación de un modo poco ortodoxo.
Tenía los ojos cerrados, de todas maneras podía distinguir cada cosa que había en la habitación. La silla, el escritorio, la guitarra pendiendo sobre un mueble, todo tenía su silueta, la misma que con los ojos abiertos. Entonces, no supo que pensar. Mejor dicho, sabía bien que pasaba. Sus ojos estaban abiertos, pero él los sentía cerrados, completamente. Intento comprobarlo con sus dedos, no había caso, estaban cerrados. Seguía viendo.

Pensó en tratar de abrirlos, pero decidió comprobarlo una vez más con sus manos. Continuaban cerrados. Haciendo fuerza en su interior, abrió los ojos. No vió lo mismo que antes. Observo algo, en realidad, a alguien. Esa sombra que se abalanzó sobre su cuerpo tendido no lo dejó dormir en toda la noche.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Un mudo en la garganta


Siempre vivimos en el mismo departamento sobre la calle Florida. Atestada de gente como está las veinticuatro horas, aún así nunca tuvimos contacto -ni siquiera visual- con alguien que viviera en el mismo lugar donde pasábamos nuestras noches en semana, nuestros días en descanso. Nuestra paso por el mínimo espacio de vecindad se reducía a un neto descenso de tres pisos por ascensor, una mirada de reojo al mega espejo del vestíbulo para corroborar que no estábamos ni por las rodillas de aquellos que caminaban fuera, vestidos de trajes de gala, y un rejunte de fuerzas previo a la salida para enfrentar la peatonal atestada de hombres, mujeres, celulares, oficinas, publicidades, laptops, y McDonalds. Ni siquiera había un portero a quien pudiéramos dedicar nuestro buendía. Entonces eran días silenciosos, apagados, sin sentido. La boca se nos secaba y las palabras sólo nacían si eran parte de una frase predeterminada, automática; unboletoporfavor, señorasiéntese, permiso, no,gracias.

Cuando tomábamos coraje nos sentábamos e intentábamos diagramar algún tipo de carta documento que reclamara la presencia de un portero que nos representara, que nos recibiera aún con una mínima mueca de bienvenidosnuevamenteasucasa. No hacía falta que nos abriera la puerta, que nos dejara la correspondencia en nuestros respectivos departamentos, que nos compartiera de ese mate dulce que tomara todas las mañanas, no. Que esté, simplemente. Pero nunca aprendimos a diagramar, las clases eran sólo participativas. Y nosotros vivimos en este edificio toda la vida.


domingo, 7 de septiembre de 2008

Barata La Papa


Pasos blancos en el aire,
como si filtrase entre piedras
el poco tiempo que nos queda,
para decirle nada a nadie.

Tal vez cremados, hinchados, vencidos.
Por ahí no somos como quisimos,
pero lo prometido...

Ligereza embravecida del otoño,
poesías precoces precocidas.
Desvanecido el tacto,
reconozco,
(tampoco nací navío).

lunes, 25 de agosto de 2008

atráS

Me di cuenta de que estaba equivocado, camino incorrecto.
Puse marcha atrás y lentamente solté el embrague. Al principio retrocedí despacio, con cautela, mirando por todos los espejitos. Pero estaba yendo demasiado lento, y yo tenía que recorrer un largo camino, no tenía tiempo.
Así que aceleré.
Mucho.
Nunca pensé que podía ir tan rápido yendo para atrás, era muy raro. Sentía como la aceleración del auto me tiraba para adelante, hacia el volante.
Entré en la avenida. Los autos me esquivaban y tocaban bocinas intensas. Tanto así que parecía que había una bocina sola, constante. Un ruido eterno que me acompañaba mientras viajaba hacia atrás.

Finalmente llegué.
Me bajé del auto, entré al bar.
Fui a dónde estaba sentada y le dije:
"Perdoná, ¿no me das tu mail?"

lunes, 18 de agosto de 2008

De misterios nocturnos


Se ve grande la noche hoy; como si cubriera cinco mundos a la misma vez con esa fina y transparente capa negra. Roza nuestras cabezas, absorbiendo de a poco nuestros pensamientos. Va dejándolo vacío de todo contenido hasta que nos encontramos a nosotros mismos con la mirada hacia arriba, buscando no sabemos dónde respuestas a no sabemos qué.

Y ese techo oscuro abarrotado de brillatina nos hipnotiza por un buen rato, y más todavía si se lo chusmea justo el día en que toma té con su vecina preferida, esa que por alguna razón desconocida lleva a su conejo como si fuera la mismísima sombra de la que no puede prescindir.

Y entonces la noche, como el mar, el fuego, o las tormentas de invierno, nos recuerda a aquel momento que queremos y no debemos recordar -o debemos pero no queremos- y nos empuja a la nada de la incertidumbre. Pero no siempre tenemos la suerte de quedarnos dormidos en estos momentos, y entonces la noche se hace día en nuestras camas, el mar se transforma en calle de arena y treinteañeros en cuatriciclo, el fuego se apaga y cesan las tormentas de invierno. La poesía desaparece, se extingue en un lapsus casi tan rápido como el de su nacimiento. Vuelve la monotonía, vuelven los gritos vacíos. Y los momentos que debemos y/o no queremos recordar se esconden por otro buen rato.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Memorias


Anoche desempolvé un viejo álbum de fotos que tenía guardado en un cajón abajo de nuestra cama. De más está decir que soy un tipo muy familiero, me gusta llamar a mamá de vez en cuando y estoy en contacto con casi todos mis hermanos.

Pero desafortunadamente, me tocó convivir con un demonio que no es muy amigable a las visitas. Digamos que es medio territorial el susodicho. Si siente que alguien entra en la casa en seguida se le hecha al humo, se pone como loco, y algunas veces se le ha ido un poco la mano con la reacción. Así que, por la integridad de mi familia, y para evitar peleas y discusiones que nunca llegan a ningún lado, nunca invito a mis parientes a casa.
Resulta que estaba hojeando este álbum de fotos, que tenían ya unos cuántos años, antes de que empezara a convivir con el demonio. Él suele mostrarse reacio a revisar mis recuerdos, especialmente los familiares, aunque por supuesto no tiene problema en releer los recortes de diario de las veces que hizo alguna travesura (por ejemplo
ésta).
Por eso me extrañé mucho cuando anoche no emitió ninguna queja luego de que abriera el álbum con las fotos de mis vacaciones en Mar de las Pampas. Yo me hice el distraído como si no pasase nada raro, y él siguió sin decir nada. Se reavivaron muchos recuerdos y sentimientos en mí al entrar en ese fantástico mundo que fue mi adolescencia, y las vacaciones en Mar de las Pampas.
No pude evitar despedir algún que otro suspiro, y sonreír al verme de joven, con mis sandalias y mis medias, por miedo a los escarabajos.
Al fin las fotos se acabaron, y tuve que guardar el álbum. Luego guardé el cajón nuevamente en su lugar, y me senté en la cama a reflexionar sobre cómo pasa el tiempo.

Esta reflexión se vio interrumpida por una estruendosa carcajada:

-JaJaJaJaJaJaaaahJaJaJaJaJaJa- y así siguió por medio minuto, hasta que una voz cavernosa que conocía muy bien se atragantó con las palabras:


-¡Qué pelotudo que eras, por Dios!- estalló.


Por supuesto, le dije que tratara de no usar el nombre de Dios en vano.


lunes, 4 de agosto de 2008

La familia unita


Teléfono. Marco.

-Hola? (del otro lado)

-Si, ¡querido! Menos mal que todavía estás en tu casa, pensé que a esta hora ya habías salido para el laburo. Ayer al final me quedé dormida y no te llamé. Estuve floja, perdón. Pero no te vas a imaginar lo que me pasó, horrible. Viste que hace mil no me depilaba, ¿no? Fui a probarme un vestido, sin mangas. Se me cagaron de risa, nunca tuve tanta verguenza junta, te juro. Encima salí del local este y tenía que ir a comprar esa prueba de embarazo de la que te había contado. Voy sin problema a la farmacia de acá, total el barrio es grande y no se corre la voz de nada. Lo pido muy tranquila, miraba hebillitas mientras. Voy a pagarlo, estaba en otra. ¡Y recién ahí me di cuenta! Me atendió Lily, la amiga de mi vieja. Me desaté y até los cordones para hacer tiempo mientras otra mujer envolvía la cajita, pagué con la mirada baja y me fui lo mas rápido que pude. Casi que corría, imaginate. Salgo de la farmacia, y ¿con quién me vengo a encontrar? Con el maldito ser inferior. Sí, tu cuñada. ¡Qué pesada! Juro que no me siento a hablar con ella nunca más, cinco minutos máximo. Es realmente exasperante, ¿te acordás cuando me contaste la idiotez que te había planteado la otra vez sobre tu hermano? Sí, le faltan varios jugadores. En fin...ya me cansé de escucharme. ¿Vos? ¿Tu día?

-Ehh..Pau, soy Pablo. Mi hermano no está.


Para este tipo de situaciones debería existir la máquina del tiempo. Tan simple, tan útil. Simple no sé, útil seguro. Esa maldita relación genética, todas las voces iguales en una misma familia, así sea compuesta por tres, seis o diez personas. Se hace difícil distinguir cada miembro, sobre todo cuando viven en una misma casa. Cómo debe ser con los gemelos, o mellizos. No me quiero imaginar.

jueves, 31 de julio de 2008

El Viajar

Un poco despeinado por el viento, apoya la cabeza contra la ventana abierta. El aire pasa dulcemente por su frente.
Casi tan rápido lo sacude el torrente, que no escucha el sonido del tren, naciente debajo suyo, como el crepitar del fuego.
El pasillo no está desierto, gente pasa y vuelve a pasar, pisando la alfombra roja del hermoso y pulcro tren.
De repente, el joven siente un leve malestar, en el interior de su ser, como si algo estuviese de más, un peso que no es suyo, que no debería cargar, una culpa ajena, pesada, que lo hunde.
Mira hacia afuera, buscando un escape, ve una pequeña granja al costado del camino, casi en el borde de las vías del tren, un hombre, con jardineros.

El malestar cesa, vuelve a respirar normalmente.

El joven se relaja, la anciana en frente suyo lo mira impaciente:
"Tarde o temprano te vas a tener que tirar ese pedo, nene," piensa para sus adentros.



martes, 29 de julio de 2008

Deshojando el tiempo


Hoy aquel ya no es más el que corría en las grandes ligas, meta trabajo, lleno de vida. Hoy tan sólo medio metro separa su mirada del suelo, pequeño libro abierto. Ayer su prioridad fue nunca dejar de amar, más hoy reza rogando poder recordar.

Su mano curtida por los malditos inviernos tirita al querer inmortalizar esas palabras que un día creyó oír, esos besos que un día sintió recibir. Y la gente que cuida y limpia el lugar en el que hoy él está lo intentan ayudar, toman su mano y su birome, y garabatean con prolijidad aquello que su memoria le dicta. Pero él no se los permite. En cambio, pide otro papel, otra birome. Cree en la pura espontaneidad, en las máquinas de escribir, en las primeras cámaras fotográficas, en los vientos del verano, en las grandes olas del mar.

Así poco a poco se construye su historia. Y una vez que comienza a escribir es imposible de detenerlo, abatido por la cantidad de detalles que inventa por el entusiasmo y su inocencia. Las últimas palabras difíciles de leer siempre, marca imborrable de la emoción de la edad. De la emoción de su historial, del mirar para atrás.

Su mirada se pierde constantemente, travieso que sueña con lo que tuvo y no puede volver a tener. Un trozo de su pequeña mente cae cada atardecer, invisible entre la noche y su poder. Caen recuerdos, caen hojas, cae el tiempo. El próximo maldito invierno se lo llevará, crueldad para quien ya no debe vivir más.

lunes, 28 de julio de 2008

Azúcar Amargo


Yacían, embebidos en la luz del mediodía y definitivamente solos, en privacidad, observados por la injusta narración únicamente. Sábanas y finos lienzos etéreos decoraban sus cuerpos, lecho, y el marco de la abertura que daba al balcón, asediado por el fuerte sol, que llegaba a ellos filtrado y endulzado por largas cortinas de lino.

Se dijeron estas palabras, en idiomas extraños a nuestro oído, apareciendo como inconclusos, pero que he logrado traducir:
-Es para vos- le dijo.
-¿Qué es?
-La pregunta que me querés hacer no es esa- respondió.
-¿Qué es lo que abre?- reformuló con indecisión.

Con un gesto ligero y la mirada oscura clavada en sus ojos, respondió. Se entreabrió la camisa liviana que llevaba apenas unida a su cuerpo, dejando ver el pecho.
Muy cerca del esternón, visible casi escapando la piel, un orificio.

-¿Debería?- le preguntó.

Respondióle con una sonrisa.

Acercó el artefacto al orificio, con mano temblorosa. Crujió muy poco, giró, y se abrió.
Un pequeño rectángulo de carne y hueso se desprendió, girando sobre el esternón, que hacía las veces de bisagra.

Ella sin dudarlo enterró la mano en su pecho, extirpó el corazón y lo sostuvo con la mirada ida.
Estaba reseco, gris, como una pasa de uva rosada.
Él la miraba complacido.
Ella levantó un recipiente de arcilla clara, y sumergió el viviente en agua clara. Éste se hinchó y se fortaleció, empezando a latir.
Lo dejó en su receptáculo humano, que rebosaba de alegría al lado suyo.
El hueso y la carne volvieron a su lugar, él se durmió al instante, destruído por la fatiga.

Ella fue rápidamente al baño, inclinando la cabeza en el inodoro, sacándose de encima tanta responsabilidad.

miércoles, 23 de julio de 2008

Un Tal Carlos

Caminaba en cámara lenta, como un ser de otros tiempos, por la vereda de su barrio. La gente enfurecida con sigo misma, entregada a las más altas velocidades de vida, giraba y se convulsionaba alrededor suyo, chocando con sus hombros tan frágiles ya del viento y el frío, dejando a Carlos un poco confundido.
Él no estaba apurado por llegar a ningún lado, no tenía apuro, no tenía nada. Carlos era solo Carlos, desde hace un buen rato, cuando dejó de verse con sus amigos, con su familia, con su vida.
Se alimentaba de sueños y fantasías diurnas, y a veces de noche se le escapaba una lágrima tímida. Siempre tímido, así era Carlos, una vida tibia, casi sin arriesgarse a ser vida. Quienes lo habían conocido lo miraban con ojos muertos cuando se lo cruzaban en la calle. Carlos los reconocía, pero no ellos a él.
No mucho tiempo había pasado desde que se había distanciado, pero Carlos había muerto. Había muerto tanto para ellos como en su mente. Para Carlos, ya no había Carlos, solo su carcasa vacía, llena de recuerdos infantiles de sus más recientes aventuras. Él no era amnésico, pero había perdido el marco de referencia. Había perdido eso que le da significado a las cosas que tocamos, vemos y decimos. Para él todo era nuevo, viejo, interesante, aburrido, bueno y malo a la vez.
Un ser desplazado de cualquier realidad, al margen de la página donde vive la gran mayoría.
Se lo que están pensando, pero Carlos no estaba loco.

martes, 22 de julio de 2008

Poco Existenciales


¿Por qué la gente aplaude cuando termina una película?

¿Por qué siempre suena un celular que rompe el clímax?

¿Por qué si le digo buen día y por favor al colectivero tampoco sonríe?

¿Por qué en los días de lluvia la gente no levanta la mirada?

¿Por qué los ravioles siempre se enfrían antes que termines el plato?

¿Por qué cuando estamos depresivos escuchamos canciones tristes para sentirnos peor?

¿Por qué hay gente que disfruta enterrar tapitas de cerveza a la brea de las calles?

¿Por qué me pregunto tantas cosas?

sábado, 19 de julio de 2008

De ideas terminales


Tu...tu....tu...tu...

Hombre: ¿Hola?

Mujer: Hola, si...¿usted es el señor que escribe poemas en el zonal, puede ser?

Hombre: El mismo. ¿Con quién tengo el gusto de estar hablando?

Mujer: Jacinta es mi nombre, ¿qué tal?. Quisiera hacerle un pedido.

Poeta: Sí, diga.

Jacinta: Hace bastante lo ando digiriendo. Sería algo asi como una carta de despedida, pero con ese tono gris que usted incluye en sus palabras. Algo así como una comedia dramática, en primer persona y con un chau y hasta la próxima algo escondido.

Poeta: Eh...bueno sí, cómo no. Quiero decir, es algo bastante extraño pero podría llegar a quedar algo muy bueno. ¿Puedo tomarme el atrevimiento de preguntarle el porqué de este poema?

Jacinta: Sí, total...Mire, anoche murió mi vecino. Amigo de la infancia, es el último que me quedaba. No sé qué pasa, si es el invierno o qué, pero resulta que en dos meses me he quedado completamente sola. Se siente como esa la fila de dominó, en el cual uno de pronto cae y caen todos los demás, ¿viste? Bueno, cuestión que a mi no me gustaría morir de una de esas pestes, esos virus pavos que le agarran a todo el mundo. Además, ¿te digo algo? Con estos 89 años hoy caminaba por la calle, tomando aire, todavía pensando en Benjamín, mi vecino, cuando de pronto veo un perro totalmente arrollado en medio de la calle. Son esas imágenes que aunque uno no quiera ver, las observa igual y cada vez con más detenimiento, ¿me seguís?

Poeta: Sisi, siga nomás.

Jacinta: Bueno, y entonces ahí me dije que tenía que hacer algo con mi vida. Si sé que mucho no me queda, mejor hacerlo rápido. ¿Por qué no? Una manera sutil de cerrar la puerta, ¿no te parece? Si hay que morir, que sea con estilo.

Poeta: (risas) Qué personaje eh. Pero cómo no, si tiene usted razón. ¿Para cuándo lo querría?

Jacinta: Para mañana domingo, al atardecer si puede ser. Usted sabe cuándo...y déjelo por abajo de la puerta, el dinero ya se lo haré llegar pronto.

Poeta: No se preocupe, que va a ser un placer para mí.

Jacinta: Muy bien entonces, no se habla más. Ah, y por favor, no alerte a nadie.

Poeta: No, claro. ¿Sino dónde queda el estilo?

Jacinta: Exacto. Sabía que iba a poder contar con usted. Muchas gracias.

Poeta: Gracias a usted. Hasta luego.

viernes, 18 de julio de 2008

Velas

Daniel tenía algunos pasatiempos algo especiales. No era un tipo normal. Tampoco era un portero normal. Mejor dicho, no era portero. Toda su vida se había dedicado a pequeños trabajos, por aquí o por allá. Pero, en este caso, suponía que iba a durar más tiempo.
Por las noches solía dedicarse, como su madre lo solía llamar cuando era pequeño, a los velines. Esta palabra inventada por Adela, la podríamos resumir en unas cuantas, como hasta en una sola, velas. Sí, Daniel prendía velas. El otro mundo, los muertos, los fantasmas (como suele decir la gente) fueron observados por la familia de Daniel durante siglos. Hace tiempo le había dejado de dar importancia, el habito no lo conservaba, pero si el instinto. Su madre había muerto hace diez años, la vio por última vez hace cinco. Imposible olvidar, para él, los gritos de Adela por el living, arrojando las cacerolas por la cocina y tirando los libros por el escritorio.
Hace cinco años que Daniel no prende una vela.

Lugar común

No salgo de allí.
Tanto, que creo que con esto ahí me quedaré.
¿Me encuentro yo, en una depresión literaria?
No creo, nunca supe escribir.
No vuelvo al mismo lugar.
En definitiva, nunca me fui.
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- Nos vamos.
- ¿Donde?
- Al bar de acá.
- Siempre al mismo lugar.

miércoles, 16 de julio de 2008

Adolescencia


Tincho: Boludo, te dije mil veces que no me dejes los controles de la Play todos enredados, sos un hincha pelotas.

Boludo: Che, no me digás solo a mí Tincho, el pelotudo este también estaba jugando al Winning conmigo.
Tincho: Para vos también va, pelotudo.
Pelotudo: ¡Bueno che!, perdón, de ahora en más prometo que ordeno. ¡No se pongan en forros conmigo!
Forro: ¿Ya llegaron las empanadas? Bueno, ahí bajo, esperá que estoy en la compu terminando una...
Tincho: ¡Paja! Llegaste, ¿tardaron mucho las empanadas?
Paja: No, te parece. ¡Tardaron como cuarenta y cinco minutos los hijos de puta!
Puta: ¿Qué pasa?
Tincho: Nada ma, es Paja nomás.

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Pelotudo: Che este juego de mafia está de puta madre.
Puta: ¿Necesitan algo chicos?
Tincho: ¡No ma!
Pelotudo: Uy, te cagué a tiros, te cagué a tiros, uy mirá esa minita.
Tincho: No boludo, sos un forro, lo estabas por matar y te ponés a mirar la minita del juego. Te mata la paja.
Boludo: ¿Cómo?
Forro: ¿Qué pasa?
Paja: ¿A quién maté?
Pelotudo: Nada, nada, tomátelas tarado.
Tarado: Bueno, me voy a mi casa si total acá nadie me habla.



martes, 15 de julio de 2008

Lo esperamos...

Riiing... (Pase, por favor)
-Usted debe ser el nuevo portero ¿O me equivoco -? Mientras, Daniel asentía con la cabeza-. Tome asiento.
Se sentó, la silla no podía ser más incomoda. No importaba, él sólo quería el trabajo. ¿Qué importaba si tenía que esperar 1, 2 o 3 horas en esa silla? Recordaba tan bien su último trabajo, horrible por cierto, que deseaba empezar a trabajar aquí, en este colegio. Lo llamaron.
Le preguntaron si tenía experiencia, no la tenía. De todos modos, no les interesaba, sólo se enfocaron en sus pasatiempos y sus antiguos oficios.
-Muchas gracias, Sr. Ayala, lo esperamos mañana a las 8 en punto.
-Hasta luego- Dijo estrechando la mano al director.

Salió a la calle, hacía calor. Aunque, ese colegio, si que estaba frío.

Sobre-nombres...

R: Mi amor estoy contentísimo, ¿cómo le vamos a poner?.
*: Ay no sé gordo, estoy un poco cansada.
R: Pero tenemos que pensarlo, una cosa así no se decide de la noche a la mañana.
*: Bueno, bueno, tranquilo, tenemos más de 8 meses para pensar en un nombre, no te pongas nervioso todavía.
R: Pero gordita, si dejamos pasar el tiempo no se nos va a ocurrir nada. ¿Qué tal Flabio? Con b larga.
*: Mm no me gusta mucho, ¿lo hablamos después, dale?
R: ¿Y Fabián? A mí me gustan los nombres en serio, no le vamos a poner Martín como tu papá, eh.
*: Bueno gordo, bueno, Martín no. Pero igual Fabián tampoco me fascina.
R: ¿Florencio? Florencio Fabianni, ¿qué tal?
*: No sé, tengo algo con la f que me molesta. Gonzalo me gusta mucho.
R: Ay gordaaa, Gonzalo es nombre de camionero, de panadero, de almacenero.
*: (Bueh) ¿Y qué proponés?
R: No sé, ¿y si le ponemos Ruben, con acento en la u, como yo? ¡Sería divino!
*: ...nombre de peluquero.
R: ¡Estilista!, estilista María, ¿esta bien? Soy es-ti-lis-ta.
*: Bueno me voy a dormir.
R: Andá.
*: Chau.
R: ...despeinada.

lunes, 14 de julio de 2008

Sabiduría adrede

Sólo se que no sé nada.
Pero si lo sé, entonces sí se algo. ¿No? Sí.
Y si no lo supiera, también entraría en contradicción.
¿Y cómo haré para saber si sé algo o sé absolutamente lo mismo que la nada?
Nunca lo sabré.

jueves, 10 de julio de 2008

Manías urbanas


Hay algo que se está desvirtuando. I feel it.

¿Por qué tengo que soportar con un gesto indiferente la música que me retumba en los oídos mientras leo? Y eso que no es alguna melodía que se me ha quedado grabada en la memoria inconscientemente, ni nada por el estilo. Es el otro pasajero que se sienta a unos dos metros y medio de distancia que con el ritmo incesante del ch-ch-ch no me deja concentrar.

Es cierto que hay lugares donde vamos para escucharlo; el ch-ch-ch, el punchi punchi, el swing y otros más. ¿Pero por qué soportarlo justo ahora y acá, como levantarme cuando el chicle masticado con tanta devoción y sentimiento fue abandonado justo en el lugar donde he decidido sentarme? Y mientras intento nuevamente encontrarle sentido a las palabras que leo, tengo esa sensación pegajosa que me saca de mi mundo y me trae a los sacudones a este mundo, donde al otro le importa solamente el otro, y ningún otro más.

miércoles, 9 de julio de 2008

Cuestión De Cariño


"Normalmente no diríamos una cosa así, pero todos queremos ese paquete, y lo queremos solo para nosotros."


Reposaba como hacía ya tres días sobre la mesa del comedor, no queríamos tocarlo.

Para las comidas habíamos tenido que trasladarnos a la sala de estar, donde almorzábamos, cenábamos, y compartíamos algún bocadillo de media tarde.
Algunos de n
osotros habíamos retomado viejos hábitos, antiguos y olvidados intencionalmente por ser considerados vicios indignos de gente sana y correcta:
Volvíamos a comernos las uñas de pies y manos y hacer pequeñas esferas con el mucus de nuestras narices. Algunos nos habíamos entregado a la bebida. Y otras barbaridades que prefiero no nombrar por consideración al lector
.


El paquete seguía intacto, con una fina capa de polvo que lo cubría, y que no osábamos limpiar.
Cada día respiraba con más intensidad...



lunes, 7 de julio de 2008

Marchitándose


Hora de irse, y tal vez conseguir esas medialunas.
Ya no hacía tanto frío, y la vuelta se hizo muy larga, igual.
Al cabo de unas horas estaba de vuelta en su barrio, pero pensando, en realidad, en otro lado.
Casi que no se da cuenta de que tenía un poco de hambre en realidad.
Desperezándose y olvidándose de viejas sombras, Carlos fue.
Y volvió pronto, con medialunas en mano.
El panadero era viejo amigo suyo.
De las épocas del fútbol.
De horas-caramelos.
Y reflejos,
sombras.


viernes, 4 de julio de 2008

De pozos y grandeza


¡Nene, acordate de esquivar el pozo de la esquina!. Todas las mañanas el mismo grito santo. Sí, mamá, sí. En un mes, diez gomas pinchadas. ¡Diez! Como para que no me grite...de todas formas no entiendo, no. Cuando me golpeo y la piel se me abre, se llena. De sangre o de mugre, pero se llena. El pozo no se vence, y mirá que el viento menea tierra de un lado para otro, eh. Pero no, ahí continúa y, para peor, parece cada vez más profundo. Y se me complica esquivarlo, si abarca casi toda la vereda. Si bajo a la calle, que es peligroso. Si sigo como si fuera invencible, puf. Una goma menos.

Ser chico es complicado. Si mirás dibujitos sos un pendejo, si querés mirar una de miedo, te hacés el canchero. Si llorás sos un quejoso y si contás todo lo lindo que aprendiste en el día, sos insoportable. No entiendo la fórmula, nunca me la dijeron. No es que uno nazca con un manual de instrucciones para caminar sobre esta bendita tierra, no. Uno se las tiene que arreglar como puede.

A veces me pongo de puntitas de pie y me asomo por la terraza de casa para ver todo el barrio desde arriba. Me estiro lo más que puedo, cierro los ojos y me concentro muchísimo pensando que tal vez, cuando los abra, ya estaré algo más adulto y podré disfrutar todo eso que me rodea. Pero no. De todas formas, ¿por qué pienso en eso? Si parecen más perdidos que nosotros, si nos dicen continuamente cuánto les gustaría volver a esta edad. No tienen idea. Que prueben ellos andar en bici, y esquivar el pozo de la esquina sin bajar a la calle a ver si pueden.

Historias De Hoy Y Siempre

Se miraron. Se dijeron cosas lindas, despacito, susurrando.
Después se fueron a dormirse pero no podían.
Se llamaban en sueños, todavía despiertos.
Después se durmieron, finalmente.
Mañana se olvidaron de todo.

Él vende choripanes en la Costanera.
Ella, la reina del trópico.


Voy a buscar un pañuelito...

De la felicidad

Todos hablan de la felicidad. Como si supieran. Yo, como si supiera, también hablo.
Distingo tres tipos de felicidad, que son delimitadas por su contexto espacial y temporal.

Llamemos a la primera, felicidad 1: Esta felicidad nos la encontramos seguido. Nos alegra el momento y nos aprovechamos de ella. Es una felicidad efímera y fugaz. Sin embargo, eso no significa que no queden secuelas. Superflua, sólo la reconocemos en ese momento, no la recordamos.
Una caída no duele, y menos cuesta volver a levantarse, o más bien, levantar otra felicidad.

En cambio, la felicidad 2, se opone completamente a la felicidad 1. Etérea, no la podemos describir ni en el mismísimo momento en que se encuentra sobre nosotros, pero si cuando se ha ido. Escapa del hedonismo de la primera, sin embargo, como bien dice la frase "más grande, más fuerte será la caída": Cae...pluff. El golpe no permite elaborar ni una felicidad del tipo 1.

Aquí entra en escena otra felicidad, la del tipo 3: "Darnos cuenta que, feliz es no ser feliz para no tener que dejar de serlo en algún momento".

jueves, 3 de julio de 2008

Reaper


Sinceramente, me quiero colgar de un poste de luz.

¡¿Por qué?!

Y...viste, como que le agrega algo de poesía, ¿no? Imaginate un fiambre ahí colgado, abajo de la lluvia, iluminado por el farol. Abajo los gatos maullando, un par de pibes tirándole naranjas...

No le veo mucha poesía a eso.

Tenés razón, pero eso sí, es bastante dramático. Un tipo ahí colgado en la vía pública, desesperado, sin nada más en este mundo, desinteresado de todo, y, sin embargo, colgándose en el medio de la calle para que lo vean todos. Aunque sea hay que admitir que es contradictorio, una imagen fuerte.

Puede ser, pero te digo, hoy en día, es más probable que te vean matarte si subís un vídeo a YouTube que si te colgás en el medio de una avenida. Viste cómo es la gente que si no lo ve en la computadora no les parece nada interesante.

Claro claro, sí. Que mundo de mierda, ¿no? Llegamos, boludeamos un poco, lloramos, exprimimos un poco nuestro corazón y nuestro cerebro, y cuando estamos empezando a entender como viene la mano, ¡shuick!, nos fuimos. Jaja.

Te das cuenta de que no vale mucho la pena nada, ni siquiera reírse de eso. Son todos simples intentos de ponernos por encima de algo que en definitiva: te va a aplastar. Lo quieras o no, te llega, y no sos nada. Por mucha poesía, mucha cosa trascendental que le quieras meter, no vale nada, es un mundo material, hecho de cosas que se descomponen y desintegran con el tiempo, sin significado alguno...

Carajo mierda...no puedo más.

...sin espiritualidad. Las cosas que ves hoy mañana no están, porque no valen nada en este mundo de apariencias. Acá estamos todos de paseo para vernos constreñidos contra el reloj, hasta secos y gastados...
¡Hernán!
¡¿Qué hacés loco?!
¡Dejá la cuchara no seas ridículo!
Flaco en el enchufe no, que no tengo disyun...

Pero que lo parió, siempre lo mismo en esta casa.
¡Mamá, Hernán se hizo pochoclo, llamá a la policía!

miércoles, 2 de julio de 2008

Hacerse El Que Sabe



El miércoles pasado tuvimos un problema el demonio y yo.

No un problema normal, como cuando no nos podemos decidir si escuchar Metallica o Beatles, sino un problema serio, que me hizo cuestionarme las cosas que pasan en este país.

Resulta que estábamos caminando hacia la rotisería, en parte porque nos habíamos quedado sin pollo y en parte para asesinar alguna virgen inocente (no pregunten), y de repente nos suena el celular. Era Tincho, que se juntaban en su quincho a comer un asadito.
En ese momento no pudimos controlarnos, especialmente él, que ama la carne roja, y decidimos ir para allá dejando de lado el pollo y el torrente de sangre pura y virgen, que habían sido en un primer momento nuestras razones para salir.

"¡A lo de Tincho!" nos dijimos con alegría.
Esperamos en la parada unos quince minutos hasta que apareció un 666 que nos dejaba a pocas cuadras de su casa. Levantamos la mano cuando este estaba recién en la otra parada, como para prevenir. Resulta que el colectivo se acerca a toda velocidad y empieza a frenar a los pocos metros de donde estábamos, acercándose peligrosamente a la vereda.
De más está decir que con el peso que tiene el colectivo, y el momentum que esto implica, siguió de largo unos cuantos metros más adelante de donde estábamos nosotros. Resignados, empezamos a caminar hacia la puerta que se abrió con un fuerte golpe.
Oh sorpresa, cuando estábamos por llegar, aparentemente sin razón alguna el colectivo arranca. Tuvimos que correrlo y saltar para colgarnos de la manija con una mano, porque en la otra teníamos listas las monedas (para no hacer esperar al chofer). A todo esto el buen hombre que estaba al volante ni se da por aludido de nuestra presencia, y nos cierra la puerta antes de que terminemos de entrar, enganchando la capucha de la campera.
Casi sin aliento, pero con evidente frustración, el demonio le preguntó:

"¡¿No nos vio?!"
A lo que el chofer respondió mirando por la ventana, como si no hubiese escuchado nada. Entonces sin mirarnos dijo con poca paciencia:
"¿De cuánto querés?"


--Aquí, creo, es necesario hacer un paréntesis para explicarles lo que sucedió y por qué sucedió. Resulta que el demonio que convive conmigo no es tan paciente como me gustaría. Tienden a subírsele los humos a la cabeza y perder un poco el control, es un poco irritable, sensible. No es que odie a la raza humana y quiera destruirlos a todos, es solo que a veces se siente un poco incomprendido en este mundo tan frío y cruel.--


Lo que siguió es bastante desagradable, en realidad no estoy seguro de querer recordarlo, estamos trabajando en eso con nuestro analista. Para darles una idea les voy a decir algunas palabras para que ustedes construyan por su cuenta la situación:

Llamas - piel chamuscada - monedas - explosión del expendedor de boletos - palanca de cambios - introducción - recto del chofer - órganos - chofer - desparramamiento - ojos - alfileres - apretura de costillar.

Igualmente no fue tan terrible, lo que pasa es que soy un poco impresionable y la violencia, aún en su forma más solapada, me deja helado. Es por eso que ahora estamos yendo dos veces por semana con el Dr. Fernberg que nos ayuda con estos problemas esporádicos.

El asadito en lo de Tincho estuvo buenísimo, y además todos los chicos nos festejaron porque llevamos unos kilos más de carne, que aunque estaba un poco dura era muy sabrosa.

martes, 1 de julio de 2008

Planteos

Se había cansado de estudiar tantos años, pensaba que trabajar hubiese sido más fácil, o más bien, lo creía. Porque no era de pensar, nunca lo fue. Siempre creyó, le parecía más importante.
"Si un ladrón dice ser inocente, y nosotros, que jueces no somos, no haremos más que creer", así (valga la redundancia), lo creía.
Sin embargo, después de un tiempo, comprendió algo importante (o resultaba serlo para él): "Creer y pensar son sinónimos y antónimos simultáneamente; uno cree que piensa cuando piensa que cree". Afortunadamente, Jorge ya no se hace más ese tipo de planteos, justamente desde que empezó a trabajar.

Los habitantes del dúplex

Compraron el terreno que tanto habían estudiado. La ubicación era medianamente buena considerando que allí viviría una joven pareja recién casada o, a lo sumo, una pareja con un bebé. No era muy grande ni muy pequeño, pero muy grande para la pareja y el posible bebé. Entonces decidieron construir un dúplex y así sacarle el doble de jugo al terreno, que en vez de una, podría albergar dos parejas y el posible bebé de cada una.

Hoy en día, la construcción de la izquierda alberga a Diego, Santiago, Manuel y Cecilia. Ya están viejos los cuatro, y bastante cascarrabias también. Tienen los mismos defectos que tenían en la juventud pero aumentados, mínimo, quince veces, y una sordera que, por suerte, permite que no se escuchen lo suficiente como para querer deshacerse el uno del otro en un ataque de ira.
La construcción de la derecha es mi hogar. Yo soy la nieta de los dueños originarios, de los que compraron el terreno e hicieron el dúplex.
Todos los días escucho los gritos de los viejos de al lado. Siempre me pregunto cómo habrán sido en su juventud y me imagino posibles historias de cómo se conocieron, qué cosas le gustaba a cada uno, cuáles eran sus objetivos en la vida y si los habrán alcanzado.
Muchas veces también me imagino sus posibles profesiones: ¿Diego habrá sido astronauta, ventrílocuo o comunicador social? A Santiago siempre le vi cara de actor, aunque a Manuel también. Es muy probable que hayan sido compañeros de teatro, y que dando vueltas alrededor del mundo conocieran a Cecilia en una feria americana. Ella a su vez habría sido amiga de Diego en la escuela primaria, cuando ambos vivían en un convento jesuita en Venezuela. Pero éstas son puras especulaciones. Los únicos que saben la verdad son los habitantes de la otra mitad del dúplex.

lunes, 30 de junio de 2008

Comunicación



¿Por qué tenemos tantos contactos en msn?


¿Por qué hablamos siempre con los mismos?

¿Por qué hablamos aún con aquellos que tienen estado Ausente?

¿Por qué ponemos frases en Inglés en los sub nicks?

"¿Por qué no te callás y comés nene?"

"Perdón ma..."


domingo, 29 de junio de 2008

La culpa colectiva

Y entonces vino el tema de la culpa colectiva. Uno se porta como es debido, hace las cosas cuando tiene que hacerlas, organiza su vida en torno a las obligaciones, las tareas, las citas, las reuniones y las conferencias que le caen a uno del cielo, simepre el viernes a las 2 de la tarde, arruinando todos los posibles planes para el fin de semana y sin embargo, otro se manda la cagada y es uno el que la termina limpiando.
Y no es una labor sencilla, no, no, no, lleva tiempo, esfuerzo, un dental y mucha lavandina. A veces el olor es tan fuerte que tiene que ser engañado con nafta, pero ya saben lo cara que está y en muchas ocasiones es difícil hasta conseguirla.
Tengo cancha igual eh.., no crean que no. Ya estuve muchas tardes fregando sustancias intestinales ajenas y tengo mis propios trucos. Se los diría pero son confidenciales. Lo único que puedo hacer es darles una pista: uno de ellos involucra una espátula y papel metálico.
Volviendo al tema de la culpa, siempre que me encuentro en esas situaciones no puedo hacer mas que pensar: "pero si yo no hice nada, ¿por qué recibo el castigo?" Y...son cosas de la vida: despertarse, ir a laburar, y terminar limpiando la inmensa cagada achoclada de tu "amigo" compañero de trabajo. La próxima le voy a dar una pastilla de carbón en vez de una barrita triple de mantecol.
Ese fue mi crimen, he ahí que comparto la culpa.

sábado, 28 de junio de 2008

MP3 y la Incomunicación.

Tincho: ¿Necesitás algo?
*: ...
Tincho: Hola, flaco...
*: ...
Tincho: ¿Por qué me mirás?
*: ,,,
Tincho: ¿Me podés contestar?
*: .....
Tincho: ¡¡BOLUDO!!
Boludo: ¿Quééé?
Tincho: Sacate el MP3, hace media hora que te estoy llamando ¿no me escuchás?
Boludo: No, perdoná.
Tincho:: Parezco Pelotudo hablando solo.
Boludo: Jaja sisi ¿te acordás cuando estabamos en tu casa que se re colgó hablando solo?
Tincho: Sí Boludo, justamente por eso lo decía...
Boludo: Ah

miércoles, 25 de junio de 2008

Medialunas y Coca

Poquito a poco, le parece que se acerca, se acerca a esa sombra chiquitita que se escabulle y dobla en todas las esquinas, ya sea para la izquierda o para su antagónica derecha. Carlos apura el paso, lo apura con beso y abrazo, pero el paso se niega a acercarlo del todo a esa sombra truculenta y lejana. Empieza a olvidarse del frío, empieza a transpirar.
Camina que camina, no para de caminar. Se le había ocurrido correr un poquito para achicar distancias, pero se arrepintió. No corría desde hace tiempo, desde que jugaba al fútbol, cuando era un pibe más.

Llegó a todo esto a un lugar que no conocía, especuló que cerca de donde había empezado pero no tanto porque hacía dos horas y cuarenta y cinco minutos aproximadamente que estaban caminando.
Miró girando la cabeza, para tener una vista de ciento ochenta grados.
Vio muchas cosas, pero solo algunas le llamaron la atención, las personas juntando cartones, y el puente que se alzaba majestuosamente amplio y oscuro por encima de su cráneo.
Pensó que entonces debía estar abajo de un puente, y que había gente junatando cartones. "Mucha gente", concluyó. A todo esto la figura había desaparecido de la vista de Carlos, y él se sentó a descansar.
"Como me comería unas medialunas con un vasito de coca,"pensó para sí el fanático de la merienda.

lunes, 23 de junio de 2008

(Leer) Con las Precauciones Necesarias


Era corrediza, no de vidrio sino de papel de arroz, oriental. Se deslizaba con mucha delicadeza, casi sin fricción, con muy poca fuerza corrí una de sus hojas. Parecía tener un recorrido interminable, eterno, hacia la nada.
Finalmente le di un último impulso cuando se estaba alejando de mi cuerpo y del alcance de mi brazo. Resbaló alejándose de mí indefinidamente.
Abrí los ojos hacia el paisaje que escondía la puerta de arroz.
Blanco.
Todo blanco e indeterminado. Pocos detalles sobresalían en ese blanco tan puro y tan envolvente, espumoso. Un árbol de pétalos miles y rosas, intensamente rosados. Unas discretas hierbas al pie del árbol, su tronco delgado y un poco arqueado hacia la izquierda. Unas rocas grises y negras, de formas y tamaños proporcionales al árbol, posaban a su pie.
Debajo de la copa hermosa y viva, había un pequeño almohadón. Me acerqué y descansé en él, mis pasos no emitían sonido alguno en aquel vacío que sin embargo, no era nada frío.
Vi, entonces, a pocos pasos del acolchonado almohadón donde descansaba, una ventana de robusta madera, apoyada en el piso.
La paz y la meditación me saturaron rápidamente. Y la curiosidad me sorprendió abriendo la traba de la ventana. Entré sin complicaciones.


Ahí sí que hacía frío. No nevaba, el suelo estaba seco y duro, pequeñas rocas circulares, como las de la playa, vestían toda la superficie del lugar. Yo estaba descalzo, y mis pies suspiraban a gritos que me alejara de ese tormento crujiente y helado.
El cielo era oscuro, gris y oscureciéndose, como si una nube se abalanzara sobra la claridad del aire. Solo que en este caso la oscuridad no venía de alguna nube inmensa que se abalanzaba desde la lejanía. Ahí la oscuridad nacía del propio seno del cielo, aparecía de la nada y ennegrecía el horizonte.
El terreno estaba inclinado, ascendía hacia una colina, que estaba coronada por una choza, una casa, cuyas luces amarillentas estaban prendidas. Parecía estar al borde de un precipicio, no podía ver nada más allá de esa construcción; solo negro cielo.
Empecé a caminar, escuchando el entrechocar del amasijo tricolor que pisaba sin cesar. Piedras negras grises y marrones, en todos lados. Solo escuchaba las piedras, crujiendo, raspando. Y sentía mi pecho inflarse y desinflarse, sentía la fricción de mis ropas con cada paso.
Llegué sin conciencia alguna del tiempo, hasta la puerta de la cabaña. Pude ver ahí que estaba hecha de madera sólida, sin lijar, robusta y maciza.

Pero la puerta era de cristal, luminoso y etéreo. Giré el picaporte transparente y entré sin pensar.


Estaba en tu casa, había olor a nesquick.


viernes, 20 de junio de 2008

Solo

Pan, queso, pan, queso, pan, queso... ¡Tac!...
Calculaba, paso a paso, los espacios entre cada banco. La plaza estaba fría, muy fría. Pero él no suponía que por esa razón no iba a tener nada que hacer ahí. Nunca faltaba una latita, una botella o, en el mejor de los casos, una pelota. Y si llegaran a faltar, siempre había alguien con lavarropas para ofrecer sus medias. Él no sólo no tenía pelota, sino que tampoco tenía medias.
- ¿Para qué? - , se preguntaba - Si, total, las voy a ensuciar. Las necesito para el cole.
Ese día no había nadie.
- Mejor - pensaba Jorge, ahora podría pensar el solito las jugadas, para que los demás no se rían de él.
Era malo, era muy malo, o como suele decirse aquí, un terrible patadura. Pero se las imaginaba, se imaginaba las jugadas que nunca le habían salido (y que nunca le saldrán), veía en su mente el momento en que aquella sonrisa, la de sus amigos, burlándose de él, se desfiguraba. Especialmente la de Carlos...
Pan, queso, pan, queso, pan, queso...